
Aunque mucha gente aún no lo conoce el irrigador bucal lleva con nosotros más de lo que pensamos, se inventó en Estados Unidos durante la década de los cincuenta y fue creado por el odontólogo Gerald Moye y el ingeniero John Mattingly.
La irrigación bucal es una técnica de limpieza dental complementaria al cepillado que consiste en la aplicación de un chorro de agua o colutorio a presión sobre la encía y entre las piezas dentales. La técnica de irrigación ayuda a eliminar la placa bacteriana y consigue llegar a los puntos más inaccesibles de la cavidad bucal donde ni el cepillo ni el hilo dental logran acceder.
Combinando la irrigación bucal y el cepillado se logra una eficacia hasta un 93% mayor que si solo llevamos a cabo el cepillado.
La irrigación dental muestra muchas ventajas:
- Reduce más placa dental que si sólo utilizamos el cepillo de dientes. Gracias a la reducción de la placa dental reducimos la posibilidad de sufrir caries.
- Disminuye la inflamación de las encías y, por lo tanto, el sangrado. Se previene la gingivitis y sus dolencias.
- Si estamos bajo un tratamiento de ortodoncia dental o llevamos implantes dentales, debemos incidir en la limpieza dental. La irrigación es la perfecta aliada para realizar la higiene oral diaria y así conseguir ese plus de limpieza que necesitamos.
- Proporciona mayor sensación de limpieza y frescor en la cavidad bucal.
- La irrigación bucal, con su aporte de limpieza extra, ayuda a eliminar o disminuir el mal aliento.
Desde ZIACOM recomendamos el uso de los irrigadores bucales junto a un correcto cepillado. Tras un tratamiento de implantología dental o bajo un tratamiento de ortodoncia (brackets), recomendamos especialmente su uso ya que aunque los implantes dentales son piezas artificiales también necesitan cuidados específicos.